Printer Friendly

Hablando Juntos de lo que no se habla

La violación sexual aterroriza a todas las mujeres. Cuando pensamos sobre la violación sexual, nos imaginamos una sombra atacándonos en un callejón oscuro y solitario. También nos imaginamos paralizadas de miedo y dejadas por muertas. Conocemos este temor cuando trabajamos una jornada nocturna, vamos a la tienda a las once de la noche o cuando regresamos a una casa oscura y vacía. Puesto que nunca nos hemos sentido completamente seguras en cuanto a la violación sexual, gastamos tiempo y energía evitando “riesgos”. Planeamos y tomamos precauciones. Pagamos un alto precio por esta falsa seguridad que hemos creado para nosotras mismas - renunciamos a nuestra libertad.

Para empeorar las cosas, esta imagen del violador del cual queremos cuidarnos es a menudo diferente a la experiencia de una víctima de violación. Algunas veces el asalto sexual encaja con la imagen que hemos tenido, pero más víctimas reportan ataques hechos por amigos, conocidos, miembros de la familia y compañeros de trabajo.

Escuchamos estos reportes y nos asustamos. ¿Podemos crear cierta seguridad para nosotros contra extraños, pero como nos protegemos de las personas en quien normalmente tenemos razón para confiar? ¿Cómo sabemos en quien podemos confiar? Nos asusta a aquellas que no hemos sido víctimas de violación, el darnos cuenta que nuestras imágenes de la violación y el violador pudieran estar equivocadas, pero la verdadera tragedia es lo que el darse cuenta causa a la víctima. ¿Si ella se ha imaginado la violación como un ataque con cuchillo en un callejón oscuro, entonces que es esto que le ha sucedido? ¿Qué significa la amenaza inesperada y manipuladora de un cuñado? ¿Patrón? ¿Conocido? ¿Esposo o amigo?

Las víctimas buscan respuestas sobre lo que les ha pasado. ¿Qué clase de mujer es violada? ¿Qué clase de mujer es atacada en su propia casa? ¿Por alguien a quien ella aprecia? ¿Por un extraño?

Lamentablemente, la mayoría de las víctimas se culpan a sí mismas. Las sobrevivientes encuentran muchas cosas que ellas “debieron” haber hecho de manera diferente. Además de la culpa que se echará encima, deberá tener cuidado al reportar el crimen. A menudo sus sentimientos de culpabilidad, son reforzados por aquellos a su alrededor. Muchas veces juzgamos el comportamiento de la víctima. Hacemos las mismas preguntas que ella se ha preguntado. Frecuentemente medimos su respuesta con alguna norma de cómo una víctima “debe” de actuar. Talvez nos convencemos a nosotras mismas de que esto fue algo que ella de algún modo se buscó; para no tener que enfrentarnos al hecho de que lo mismo nos podría pasar a nosotras.

El culparse a sí misma y el sentirse acusada por ello, hará que la víctima se sienta aislada y evitará que obtenga la ayuda que necesita. Por otro lado, las líneas de ayuda y refugios para las víctimas pueden ayudar a conseguir un lugar donde puedan hablar de sus experiencias y llegar a entender que ellas hicieron lo correcto para poder sobrevivir. Puesto que estas llamadas son anónimas, tanto las trabajadoras que responden a las llamadas de emergencia como aquellas que llaman, pueden hablar de lo que no se habla, con el conocimiento de que ellas nunca se reconocerán unas a otras aún si se encontraran personalmente en el futuro. En la línea de emergencia lo hemos oído todo, así que fácilmente podemos decir, ¡Usted no ésta sola! Al hablar juntas, podemos recobrar nuestra libertad de expresión.

Al hablar abiertamente acerca de la violación y el asalto sexual, todas podemos decir: ¡No estamos solas! Podemos buscar maneras de lidiar con esta situación, resolver problemas, confiar unas a otras y encontrar seguridad.

Vietta Helmle
Fundadora y primera directora ejecutiva a largo plazo del Centro de Esperanza y Seguridad.

 

Centro de Esperanza y Seguridad 605 Center St NE| Salem, Oregon 97301|503–378–1572

©2025 Centro de Esperanza y Seguridad|Sitio Web por NetRaising